Martina
Nicco Leone - Professional Food and Restaurant Photographer in Florence, Italy

Martina Rojas Chaigneau, la poliédrica italo-chilena cuenta su historia para El Duomo

Martina Rojas Chaigneau nos cuenta, con una sonrisa contagiosa, su trayectoria profesional.

Martina, italo-chilena nacida y crecida en Florencia, en una relación de amor-odio con su ciudad que la ha llevado a viajar mucho pero siempre a volver con algo más que dar, y sobre todo con un gran enlace con Chile. Martina Rojas Chaigneau nos cuenta, con una sonrisa contagiosa, su trayectoria profesional que la ha llevado a trabajar en Italia y en el mundo, en la moda, en el cine y en la música. Sin olvidar nunca su profunda conexión con América Latina.

Empecemos por el principio y dejemos que Martina Rojas nos hable de esta profunda conexión.

Mi conexión con Sudamérica y Chile es muy fuerte, aunque nunca he vivido allí mucho tiempo. Al tener una gran familia chilena, esta conexión visceral era inevitable. Mi padre escapó de la dictadura de Pinochet en 1973. Llegó a Italia junto con mi tío José Seves, uno de los fundadores de Inti-Illimani, un grupo musical muy famoso en Chile, pero que se hizo mundialmente conocido gracias a un célebre himno por la paz: «El pueblo unido jamas será vencido». Así que huían de su país de origen porque se vieron obligados a hacerlo, y desde ese momento, sin saberlo, estaban creando un puente cultural con el país de Italia. En ese viaje conoció a mi madre, una pianista florentina, y Italia se convirtió en un segundo hogar para él y su familia.

Estudiaste cine desde muy joven y volaste a Estados Unidos muy pronto, te graduaste en Técnicas de Producción Cinematográfica en la Academia de Cine de Nueva York. Hoy trabajas como productor y director de localizaciones.

The House of Gucci con Lady Gaga y Adam Driver dirigida por Ridley Scott, All The Money In The World rodada en Roma también dirigida por Ridley Scott, Inferno rodada en Florencia y dirigida por Ron Howard, Coordinadora de Producción para el rodaje en Florencia de la serie de televisión estadounidense Hannibal (HBO).

Estas son sólo algunas de tus muchas experiencias. Pero háblanos de tus comienzos, ¿de dónde parte esta pasión?

Empecé en la escuela de cine de Giuseppe Ferlito, aquí en Florencia, donde me enamoré del cine desde el principio y que luego me llevó a continuar mis estudios en Roma. De hecho, me licencié en la capital.  Siempre he tenido una relación especial con Florencia, de amor y de odio. Mi objetivo era escapar de mi ciudad para intentar volver con algo más. Así que me fuí a Roma, después en 2006 cofundé un pequeño festival de cine en Capri donde organizamos pequeños seminarios con la Academia de Nueva York. En dos tres años con ellos conseguí una beca y dí el salto a Estados Unidos. Donde estudié y aprendí en la práctica lo que me gustaba hacer.

Entonces, ¿cómo has llegado a las grandes producciones cinematográficas?

En realidad, antes de trabajar a gran escala en el cine, estuvo la moda. Trabajé como asistente e hice castings para varias marcas. Sobre todo empecé con marcas de Nueva York. Trabajar en el mundo de la moda me trajo de vuelta a Italia, empecé a trabajar con una empresa en Roma y luego volví a Florencia para traer, por fin, grandes producciones a mi ciudad natal. La primera película que me trajo de vuelta a mi tierra fue una producción holandesa, The Tuscan Wedding. Luego la serie de televisión Hannibal y de ahí llegó Inferno. Puedo decir que fue mi primera contribución real a la ciudad. Empecé aquí como ayudante del jefe de localizaciones y se me abrió un mundo.

Es indudable que se te puede calificar de polifacética en tu trabajo.

Sí, porque una vez que entré en el mundo del cine, todo lo demás permaneció. Al mismo tiempo organizaba eventos de moda, al principio fuì  asistente de casting con Jeremy Scott y luego lo seguí cuando vino a Italia con Moschino. Empecé a producir campañas publicitarias, muchos eventos, desfiles de moda y luego vino la música. Tener una visión de 360 grados siempre lo he considerado un valor añadido desde niña y lo vuelco en mi trabajo.

En el cine, ¿hubo alguna producción que permaneciera en tu corazón más que otras?

Cuando trabajas mucho, las producciones en muchos aspectos son parecidas y todas te aportan algo. Pero quizá en las que participé durante Covid fueron las más especiales. Misión Imposible 7 y House of Gucci. Difíciles por todo el manejo, entre test pcr, distancias y todo lo que te puedas imaginar. Pero por otro lado fácil porque teníamos las localidades vacías y no tuvimos que cerrar plazas y calles. Eran producciones realmente irreales. Luego, por supuesto, Inferno, no puedo dejar de mencionarlo porque he contribuido, espero, a aportar algo hermoso a mi ciudad.

Dejando de lado por un momento el aspecto del trabajo, te pregunto, ¿hasta qué punto crees que es importante el valor de la comunidad? Te lo pregunto porque nuestra revista quiere dar un punto de referencia y una conexión a los que vienen de países hispanohablantes.

El valor de la comunidad es sin duda muy importante. Creo que hay que hacer algunas puntualizaciones al respecto. Evidentemente, como he viajado mucho, puedo dar mi punto de vista. Cuando he estado en países extranjeros durante algunos meses o incluso más, mi objetivo principal no era buscar comunidades italianas o chilenas. Esto se debe a que, sin duda, me fascina sumergirme en la cultura del lugar y conocerla en profundidad. Sin embargo, cuando vives en un país durante mucho tiempo, tener contacto con tu comunidad de origen puede ser agradable en muchos sentidos. No para aislarte, sino para tener ese calor que sientes tuyo y que reconoces. Yo, por ejemplo, formo parte de un grupo de Chilenos en Florencia donde intercambiamos opiniones y consejos. Es bonito, puedes ser útil a alguien que tiene orígenes parecidos a los tuyos. Siempre pienso en las plantas o en las flores, en esto son maestras, se ayudan a sí mismas de formas que no podemos ni imaginar y deberíamos aprender mucho de todo esto.

¿Cómo ves tu futuro laboral? ¿Te gustaría también tener más relación con el mundo chileno desde ese punto de vista?

Sí, aprecio mucho el cine chileno. Una de mis aspiraciones futuras es poder aportar y poder entrar en ese mundo. Admiro mucho al director y productor Pablo Larraín, que produjo la primera película chilena ganadora del oscar como mejor película extranjera: Una mujer fantástica. Es un país vivo también en ese aspecto, así que sería hermoso.

Hablemos ahora del presente. En los últimos tiempos, ¿qué ha ocupado tus días de trabajo?

En el último año ha sido la música la que ha llenado mi vida. He estado creando verdaderos espectáculos musicales. Un proyecto llamado Daisy’s. El trabajo que he realizado ha sido realmente completo. Empezando por el casting, la elección de músicos y artistas y la creación de un espectáculo completo en función de ellos. Un paquete musical completo para luego proponerlo en Italia y en el mundo entero. Realmente he viajado a muchos países, incluso a Letonia por mencionar lugares menos habituales.

Viajas mucho, pero también conoces muy bien tu país. Como auténtica florentina, ¿qué lugares recomendaría a alguien que venga de América Latina o España?

En primer lugar, sin duda aconsejaría a cualquiera que se perdiera, sin navegador, por las calles de la ciudad. Probablemente lo recomendaría para adentrarse realmente en el alma. Pero más concretamente, me vienen a la mente dos lugares en particular, que no hay que perderse. Sin duda, la abadía de San Miniato al Monte. Un lugar especial gracias a las personas que lo dirigen, el ambiente y las vistas de las que se puede disfrutar. Y para los que quieran salir unos minutos de Florencia, el Teatro Romano de Fiesole. Así llamado aunque en realidad es de origen etrusco.

Para finalizar esta agradable entrevista, Martina te haré una pregunta concreta: ¿qué tienen en común, en tu opinión, Italia y Chile?

Italia y Chile siempre han tenido una gran conexión desde la guerra. Si tuviera que encontrar un adjetivo que los una, es humanidad. Te diré más, yo veo más específicamente conexiones entre el florentino y el chileno, ambos son gente maravillosa, simpática, que en la superficie puede parecer un poco esnob, pero en realidad es sólo su forma de ser y algo absolutamente aparente. La forma de hablar del chileno, con las debidas diferencias, me recuerda mucho a la del florentino. Así que no hace falta decir que sólo puedo amar a los dos.

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