En esta edición especial de El Duomo Magazine, hemos tenido el honor de conversar con Constance Schürch, una talentosa joyera y diseñadora que nos lleva en un viaje desde los paisajes del sur de Chile hasta los talleres tradicionales de Florencia. Su obra no sólo es un homenaje a las técnicas de joyería artesanales centenarias, sino también una celebración de la humanidad y las conexiones profundas que las joyas pueden inspirar.
En esta entrevista, Constance Schürch nos revela cómo su infancia marcó su visión artística, los desafíos que enfrentó al reinventarse en otro país y el significado de ser reconocida como Artigiana del Cuore 2024.
Constance, sabemos que tu historia está profundamente conectada con tu infancia en el sur de Chile. ¿Cómo influyó ese entorno en tu visión artística?
Definitivamente es mi esencia. Mi infancia entre el campo y en la ciudad, gracias a que mi padre es agricultor, marcó quién soy hoy. Pasábamos los veranos en el campo, inmersos en naturaleza, entre animales y plantas. Es ahí donde comenzó mi fascinación por lo micro: los insectos, la vegetación, los pequeños mundos que podía observar durante horas. Esa conexión con lo diminuto y los detalles es algo que hoy en día veo claramente conectada a mi trabajo. Crear universos pequeños, compuestos por ínfimos detalles, donde siempre hay algo por descubrir, es una herencia directa de esa etapa.
Entonces, ¿cómo fue que decidiste explorar el mundo del diseño de joyería?
Soy diseñadora de objetos de profesión, y desde siempre me incliné por el trabajo manual. Después de graduarme, tuve varias oportunidades laborales importantes en oficina, pero sentía que no era mi hábitat. Mientras trabajaba, empecé un curso nocturno de joyería. Desde la primera clase, supe que había encontrado algo especial. En un espacio reducido, podía crear piezas únicas de principio a fin, y eso me fascinó.
¿Cómo lograste dar el salto de tu carrera en Chile al mundo de la joyería en Italia?
Fue un proceso largo y lleno de sacrificios. En Chile, trabajé en el Ministerio de Relaciones Exteriores y luego en la Cámara chileno alemana de Comercio e industria, pero sentía un vacío que solo el trabajo manual fue capaz de llenar.
En 2015 participé en un concurso italiano de arte y diseño, “Show the Flavor of Your Country” , donde presenté un collar inspirado en Chile. Este proyecto me permitió obtener una beca parcial para estudiar joyería en Italia. Fue un momento decisivo que me animó a dejar mi vida estable en Santiago y venir a la cuna del Renacimiento. Tuve que vender todo lo que tenía—desde mi coche hasta mis muebles—para costear el resto. Vine con mis herramientas, muchos sueños y una enorme determinación. Hoy, mirando hacia atrás, sé que todo valió la pena.
¿Qué retos enfrentaste al comenzar en un entorno tan diferente?
Muchísimos. Para empezar, la joyería tradicional en Florencia es un mundo muy hermético, liderado históricamente por hombres, y con estándares altísimos. Además, todo en Italia tiene un ritmo más lento al que tuve que adaptarme. No tener un pasaporte europeo complicó aún más las cosas, pero con perseverancia y determinación, aprendí a vivir con los tiempos y procesos italianos, poniendo siempre el foco en el “gran sueño” de crear con mis manos y poder vivir de ello.
También mencionaste que la joyería contemporánea es más exploratoria, pero tú has optado por técnicas tradicionales. ¿Por qué?
Porque fui formada como diseñadora de objetos y espacios, lo que me permitió estudiar los materiales, la perspectiva y otras habilidades tradicionales. Estos elementos han dejado una huella profunda en mi trabajo que probablemente no podría desprenderme de ellos ni aunque lo intentara.
Las técnicas tradicionales no solo me permiten crear piezas únicas y atemporales, sino también transmitir técnicas ancestrales y contribuir a la preservación cultural. Siento que, a través de estas prácticas, estoy conectando el pasado con el presente y asegurándome de que un legado de maestría y simbolismo perdure en el tiempo.
Aunque admiro la exploración de la joyería contemporánea, siento que las técnicas tradicionales de la joyería tradicional florentina, me permiten contar historias de una manera auténtica y atemporal, mezclando la formalidad de lo clásico con un enfoque más moderno y personal. Aquí no se perdona ni el más mínimo error. Al principio fue muy duro, pero esa exigencia me ayudó a crecer. En Italia redescubrí el valor del trabajo manual, que conecta al creador con la materia y las herramientas manuales de una forma única.
Tu enfoque en los detalles es impresionante. ¿Cómo es el proceso creativo que sigues con tus clientes para crear piezas personalizadas?
Trabajo muy de cerca con ellos, entendiendo sus historias, sus deseos y lo que buscan materializar en una joya, para luego compartir cada fase del proceso de creación. Cada pieza que diseño es para alguien especifico y está cargada de humanidad, algo que las máquinas nunca podrán replicar.
En un mundo tan automatizado, la gente busca autenticidad, energía y conexión, y creo que eso es lo que hace especial mi trabajo. La belleza habla un idioma universal, capaz de cruzar barreras culturales y lingüísticas, y cada joya que creo se convierte en un testimonio eterno de emociones y recuerdos.
Este año ganaste el premio Artigiano del Cuore 2024. ¿Qué significó para ti?
Fue un sueño hecho realidad. En Italia, donde la competencia es tan fuerte y los estándares tan altos, ser reconocida fue la culminación de años de esfuerzo. Además del prestigio, el premio me dio acceso a oportunidades como mentorías y apoyo financiero, algo invaluable para seguir creciendo como artista y empresaria.
Participaste también en Artigianato e Palazzo. ¿Cómo fue esa experiencia?
Increíble. Pude conectar cara a cara con el público, algo que normalmente no hago porque trabajo principalmente en línea. Ver sus reacciones en vivo al explicar mis procesos fue gratificante y reafirmó que estoy en el camino correcto.
¿Cómo describes tu vida en Florencia ahora?
Amo esta ciudad. Es mi hogar, aunque llegar aquí fue lo más difícil que he vivido hasta ahora, pero también lo más dulce. He tenido que sacrificar mucho, desde trabajar en varios empleos hasta adaptarme al sistema y lidiar con la burocracia, pero cada esfuerzo ha valido la pena. Florencia me ha enseñado a tener paciencia y a valorar los procesos, tanto en mi vida personal como profesional.
¿Qué es lo que más te gusta de Florencia o de la Toscana? ¿Tienes algún lugar preferido o algún rincón escondido que te inspire para tus nuevas piezas artísticas de joyería?
Tengo muchos rincones favoritos; cada ángulo de esta ciudad es inspirador. Sin duda, mi taller es el mejor lugar que podría imaginar, y vivo profundamente agradecida por ello.
Me encanta caminar por Bellosguardo, ya que puedo reconectar con la naturaleza sin salir de la ciudad. También el Jardín de las Rosas, que en primavera es bellísimo y ofrece una vista privilegiada de la riqueza visual de Florencia desde lo alto.
La historia de Constance es un testimonio del poder de la determinación y la pasión por el trabajo manual. Su viaje desde Chile hasta el corazón de la artesanía florentina no solo nos inspira, sino que también nos recuerda el valor de los detalles y la conexión humana en un mundo cada vez más automatizado. Constance nos enseña que los sueños, cuando se persiguen con valentía y paciencia, pueden superar cualquier obstáculo.
Desde El Duomo Magazine, agradecemos a Constance por abrirnos las puertas de su mundo creativo y compartir su experiencia con nuestra comunidad. Su historia nos inspira a seguir explorando la belleza, el arte y las historias que hacen única a la Toscana.
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