artículo de Diego Fortunato
En el mar Tirreno, sitiada por aguas cristalinas, bajo el silencioso viento calmo que remueve los pinos marinos, descansa uno de los secretos mejor guardados del archipiélago Toscano: la Isla del Giglio. Conocida desde la antigüedad por los navegantes del Imperio Romano, habitada posteriormente por los pisanos, protegida durante siglos por la Torre del Saraceno, construcción erigida en el medioevo por el Gran Ducado Toscano, encontramos la maravillosa Isla del Giglio, un tesoro que se mantiene oculto para muchos.
Cuando hablamos de la Toscana generalmente lo primero que salta a nuestra imaginación son las colinas salpicadas de olivos, los grandes viñedos, los caminos de tierra color siena delimitados por altos cipreses, almenados castillos, vestigios de la gran cultura del renacimiento; pero la Toscana también esconde una gran riqueza en sus costas.
A menos de veinte kilómetros de Monte Argentario, en la provincia de Grosseto, emerge de las aguas la Isla del Giglio. Con una superficie de veintitrés kilómetros cuadrados Giglio se ha convertido en uno de los lugares más sugestivos para conocer en la región de Toscana. Aguas cristalinas, playas de arena clara, gran gastronomía, cultura, historia y un verdadero paraíso para los amantes del buceo o para los que sencillamente quieren abstraerse y relajarse.
A menos de veinte kilómetros de Monte Argentario, en la provincia de Grosseto, emerge de las aguas la Isla del Giglio.
Porto Giglio
Lo primero que vemos sobre la costa de Giglio, todavía a bordo del transbordador que es necesario tomar en Porto Santo Stefano, en Grosseto, para arribar a la isla, es la Torre del Saraceno. Una construcción circular, imponente, revestida de piedras claras, que en su día fue erigida como punto de vigilancia y para protección contra los imprevisibles ataques piratas.
El viaje en transbordador desde la costa de la península italiana hasta la Isla del Giglio dura poco más de una hora. Y desde el mismo momento en que uno pone pie en la embarcación y la nave rompe las olas, crece la sensación de acercarse a un lugar maravilloso.
Es fácil imaginar sobre este mar cambiante, pero inmutable, que ha visto el paso de civilizaciones, los trirremes romanos, los grandes comercios de vino, aceitunas y aceite de los primeros habitantes; imaginar las naves turcas que atacaban las costas de lo que hoy es un balneario turístico; imaginar el paso del tiempo que, sin tregua, indetenible, parece abrir una brecha para mantener a Giglio en un tiempo sin cambios. O casi sin cambios.
Lo decimos porque al descender del transbordador, con el viento fresco soplando sobre la cara, y la sensación de la sal marina en los labios, ya es posible ver los vestigios de un puerto del antiguo Imperio romano, intocado, detenido a través de los siglos junto a Porto Giglio y el nuevo desembarcadero, construido a mediados de la década de los setenta del siglo pasado.
La Toscana y toda Italia esconde este tipo de secretos. Es difícil pasear por alguna parte de la región sin encontrar una señal, una marca, un monumento de vigorosas civilizaciones del pasado. La Isla del Giglio no es la excepción y el puerto que recibe a los visitantes es una primera muestra del encanto secreto que esconde.
Junto al puerto hay un pintoresco pueblo de coloridas casas y callejuelas diminutas por donde se puede vagar despreocupadamente. Las fachadas dan al mar, con la vista clavada en el Monte Argentario. En Porto Giglio encontramos muchos restaurantes y bares que sirven excelentes platos típicos de la gastronomía del litoral toscano. Abundan los pescados y mariscos que se pueden degustar con un vino ansonaco, vino blanco típico de Giglio, de color ámbar, aroma sutil y robusto en boca, con notas de manzana, madroño y albaricoque.
Además de las diferentes ofertas para comer, beber o hospedarse en Porto Giglio, este es el centro de la isla. Aquí podemos encontrar la mayoría de las tiendas, farmacias, servicios, oficinas de correos, bancos y establecimientos de alquiler de automóviles, motos, bicicletas y barcos recreativos.
Teniendo en cuenta que la superficie de Giglio es de poco más de veinte kilómetros cuadrados, y que varias de las mejores playas y calas se encuentran cerca del lugar, no es una mala opción hospedarse en Porto Giglio, en donde la oferta gastronómica, como decíamos, es abundante.
Al caer la tarde, sentados en una de las terrazas de la costa, con una cerveza fría o un vino, bajo las notas arreboladas del cielo, es fácil sentir la paz que exhala este pequeño pueblo costero de alrededor de mil quinientos habitantes, una localidad dedicada casi exclusivamente al turismo y la recreación de los visitantes.
Torres, castillos y faros
La mayor actividad turística de la Isla del Giglio es en verano. Los balnearios de arenas blancas, las aguas cristalinas, el sol, el silencio, la paz de la temporada ya son un aliciente lo suficientemente válido como para visitar el archipiélago Toscano.
Pero los atractivos turísticos no terminan ahí. Este tesoro enclavado en el Tirreno puede ser visitado en cualquier época del año para descubrir varios de sus secretos.
Uno de estos, como mencionamos más arriba, es la Torre de Saraceno, mandada a construir por Fernando I de Médici en 1596. El nombre actual lo debemos a que fue atacada violentamente por piratas sarracenos durante el medioevo, ataque que dañó gravemente la estructura original.
Pero la torre es solamente un primer vestigio de las antiguas civilizaciones. A unos cuatrocientos metros de altitud sobre el puerto encontramos Giglio Castello. Hoy es el centro municipal de la isla. Es una estructura imponente de tres torres circulares y siete rectangulares. Fue construido por los pisanos a lo largo del siglo XII y restaurado y ampliado por el Gran Ducado de Toscana.
Giglio Castello es un clásico borgo toscano. Una aldea amurallada. El interior del castillo se mantiene prácticamente intacto, con callejuelas estrechas, arcos de piedra y las típicas escaleras exteriores de la época que parecen no conducir a ningún lado, pero que servían para llegar a los pisos superiores. Entrar en Giglio Castello es dejarse seducir por el pasado. Dentro de las murallas del borgo hoy podemos encontrar diferentes ofertas gastronómicas, hoteles y bares.
Uno de los lugares que se conserva en mejor estado de Giglio Castello es la llamada Rocca Aldobrandesca o Rocca Pisana, junto a la Piazza XVIII Novembre. Esta es una fracción del castillo apostada sobre una serie de enormes rocas. Una defensa natural que, vista desde abajo, parece infranqueable, impenetrable, destinada a perdurar.
Giglio Castello es, sin ninguna duda, uno de los lugares imperdibles y de mayor interés si visitamos la Isla del Giglio.
Una vez arriba no podemos perdernos la vista del litoral. Desde el castillo el paisaje es asombroso. Los días con buena visibilidad es posible ver, más allá de la costa occidental, las islas de Córcega y Cerdeña. Además, por supuesto, del pintoresco Porto Giglio.
Un poco más lejos, al sur de la isla, a unos diez kilómetros del puerto, encontramos el Faro di Capel Rosso, una estructura blanca y roja que con su inmenso ojo luminoso guía a los buques sobre las aguas del mar Tirreno. Fue inaugurado en 1883 y la construcción estuvo a cargo de la Marina Militar. Es una estructura de dos pisos con una torre octagonal. Antiguamente, los pisos inferiores eran la vivienda del farero. Hoy en día funciona con electricidad y el proceso está completamente automatizado.
Se puede llegar al Faro di Capel Rosso con una caminata a través de pequeños senderos de tierra rodeados por la típica vegetación mediterránea, vegetación silvestre que inunda el paseo con una fragancia inolvidable de romero y tomillo.
Otro de los lugares de interés de Giglio es La Chiesa di San Pietro, construida en el siglo XV. Esta es la iglesia principal de la isla y en su interior se guarda el “tesoro” del Papa Inocencio XII. En la Chiesa di San Pietro, además, podemos encontrar la reliquia de San Mamiliano, patrono de la isla y de todo el archipiélago Toscano. También podemos visitar la Chiesa dei Santi Lorenzo e Mamiliano, construcción de una fachada formidable.
Por otro lado, si quieren vivir una fiesta típica, inalterada desde el medioevo, recomendamos visitar Giglio el 15 de septiembre, día de San Mamiliano y momento en que se hace la procesión y el Palio degli Asini, una carrera de asnos, con jinetes vestidos a la usanza medieval.
Las playas y calas
Pero uno de los principales atractivos turísticos de la Isla del Giglio es, quién lo duda, sus playas. Las aguas cristalinas bañan toda la costa. Podemos encontrar preciosos balnearios de arena clara y calas rocosas de pequeñas ensenadas sumergidas entre los desfiladeros. En la Isla del Giglio hay opciones para todos los gustos.
Las mejores y más conocidas playas de la isla son Cannelle, Caldane y Arenella.
Cannelle es una playa de aguas calmas y arena clara, en donde fondean lanchas y pequeños botes a motor. Aquí podemos alquilar un toldo y descansar junto a la orilla del mar, dejándonos seducir por el sonido del oleaje. Sobre la costa, apenas al traspasar la zona de los toldos, hay un restaurante. Cannelle queda a menos de diez minutos en auto desde Giglio Porto, por lo que, al visitar esta playa, también podemos tomar en cuenta la oferta gastronómica del puerto.
Desde Cannelle es posible caminar por un paseo marítimo hasta Caldane, otra de las joyas de Giglio. Es una corta caminata que asciende hasta un promontorio para luego descender. El paseo ofrece grandes vistas a través de caminos sinuosos salpicados por la preciosa vegetación de la isla.
Pero es posible que el balneario más bello sea Arenelle. Una fantástica playa con diferentes opciones gastronómicas a todo lo largo de la costa. Un mar cristalino en donde parecen flotar las embarcaciones. Terrazas, aguas calmas y una visión maravillosa de la península. En Arenelle podemos disfrutar de un día de sol sin sobresaltos, para luego degustar una pasta y unos calamares fritos con un vino ansonaco.
Si queremos ir más lejos y apreciar con totalidad la Isla del Giglio lo mejor es alquilar una pequeña embarcación y visitar las calas, solamente accesible por vía marítima. Si esta es la opción elegida no puede faltar lanzar el ancla y darse un chapuzón en Cala dell’Allume y Cala del Corvo.
Y si nos sentimos más dispuestos a la aventura uno de los grandes planes en Giglio es ir a bucear. Los mejores lugares para hacerlo son: punta del Fenaio, cala Monella, cala Cupa, le Scole, Zampa di Gatto, scoglio di Pietrabona, punta del Capel Rosso, cala dell’Allume, entre otras.
¿Cómo llegar hasta la Isla del Giglio?
La accesibilidad de Giglio es bastante buena. Desde el Porto Santo Stefano dos compañías de trasbordadores (Toremar y Maregiglio) realizan varios viajes al día. Los billetes se pueden pernoctar a través de la web o comprarlos directamente en el puerto. Aunque en temporada alta es mejor tomar previsiones y comprarlos con anterioridad.
El coste medio de los billetes ronda los veinte euros. El viaje dura poco más de una hora.
Hay que tener en cuenta que Giglio es una isla diminuta. Por esto es mejor no ir con nuestro propio vehículo, al menos que tengamos un lugar en la isla en donde aparcarlo. La mejor opción es alquilar un carro directamente en Giglio. Esto, por supuesto, dependerá del tiempo que queramos permanecer en la isla.
El Porto Santo Stefano, desde donde salen los transbordadores hasta Giglio, también está perfectamente comunicado. Desde Florencia podemos tomar un tren en Santa María Novella hasta Livorno y de ahí hasta Grosseto. También hay opciones de autobuses. No es estrictamente necesario tener un auto para llegar hasta Porto San Stefano, aunque sí es cierto que con el auto nos ahorraríamos unas horas de viaje.
La perla del archipiélago Toscano
Una tragedia sacudió la Isla del Giglio en el año 2012. La noticia dio la vuelta al mundo. Nos referimos al naufragio del crucero Costa Concordia. Este fue un momento trágico y difícil y colocó a la isla en el foco de la atención internacional. El naufragio mostró la cara más bondadosa de los habitantes de Giglio, pues los cerca de mil quinientos habitantes alojaron a los más de cuatro mil doscientos evacuados del accidente marítimo. Se abrieron los hoteles, los colegios como refugio, e incluso las casas particulares.
La Isla del Giglio es un lugar lleno de historia y secretos por descubrir, con paisajes paradisíacos, excelentes restaurantes y gente muy amable con los visitantes. Desde el pequeño puerto de pescadores hasta su gran castillo, cada rincón merece ser visitado.
La Isla del Giglio es, sin ninguna duda, uno de los lugares a conocer de la Toscana. Un lugar que se mantiene relativamente secreto, ajeno a la mayoría; una pequeña isla pacífica acariciada por los vientos y rodeada por las cristalinas aguas del mar Tirreno.