Entre las suaves colinas que rodean Florencia, donde el ciprés dibuja la silueta del paisaje y el tiempo parece haberse detenido, emerge Torre a Cona: una finca histórica que encarna la elegancia y la autenticidad de la Toscana. Más allá de ser una bodega de prestigio, Torre a Cona se revela como un ecosistema de arte, historia, hospitalidad y, ahora más que nunca, ofrece una experiencia culinaria que honra la tradición toscana, gracias al nuevo curso iniciado por la Osteria de Torre a Cona, bajo la dirección del chef Enrico Romualdi.
Con este nuevo capítulo culinario, la Osteria no solo rinde homenaje a las raíces gastronómicas del territorio, sino que también las reinterpreta con una sensibilidad contemporánea. Romualdi, con respeto y pasión, lleva la cocina toscana a otro nivel, y cómo Torre a Cona, ofrece mucho más que una experiencia culinaria del territorio: una inmersión completa en la cultura y belleza de una tierra sin igual.

Torre a Cona: historia viva entre viñas, arte y hospitalidad
Una joya arquitectónica entre Florencia y Rignano sull’Arno
Torre a Cona es mucho más que una villa del siglo XVIII: es una residencia histórica con más de mil años de legado, cuyos orígenes se remontan al año 1066, cuando era conocida como el Castello di Quona. Su gran torre del siglo XII, símbolo inconfundible de la finca, sobrevivió a siglos de guerras y reconstrucciones. A lo largo de los siglos, la villa fue enriquecida por ilustres familias como los Rinuccini, protectores de las artes, y más adelante por los Padoa, quienes modernizaron la propiedad con una visión agrícola avanzada.
Pero fue en 1935 cuando Torre a Cona entró en una nueva era, gracias a Napoleone Rossi di Montelera, miembro de la familia fundadora de Martini & Rossi. Desde entonces, los Rossi di Montelera han custodiado y revitalizado la tenuta, combinando su pasión por la enología con un enfoque de excelencia en hospitalidad, restauración y cultura. Hoy en día, la nueva generación, Ludovica, Niccolò y Leonardo, lidera este proyecto con una mirada contemporánea y sostenible.

Un museo que narra siglos de historia y oculta un tesoro escénico
Dentro de la finca, los visitantes pueden recorrer el museo de Torre a Cona, un espacio envolvente diseñado para narrar con elegancia los casi mil años de historia del lugar. Fotografías de época, documentos familiares, piezas de la vida cotidiana rural y testimonios de las transformaciones arquitectónicas acompañan al visitante en un recorrido que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad.
El museo también rinde homenaje a la historia enológica de la familia Rossi di Montelera, y pone en valor el papel de Torre a Cona durante la Segunda Guerra Mundial, cuando albergó, en sus bodegas, algunas de las obras maestras de Michelangelo y Donatello, salvadas así de los bombardeos.
Pero entre las joyas escondidas de la finca, hay una que muy pocos conocen y que, por motivos de seguridad, permanece cerrada al público: se trata del teatro histórico oculto dentro de la villa, una verdadera maravilla del siglo XVIII. Este pequeño teatro privado, delicadamente decorado con frescos y estucos originales, representa un testimonio rarísimo de los espacios escénicos privados que las familias nobles florentinas encargaban para el entretenimiento de sus invitados. Aunque no está abierto actualmente a las visitas, su existencia añade un aura casi mágica al lugar, consolidando a Torre a Cona como un verdadero epicentro de arte, cultura y belleza.

Enrico Romualdi: el arte de transformar la tradición en alta cocina
Cocina de territorio, sin concesiones ni artificios
La Osteria de Torre a Cona se sitúa en la antigua limonaia de la villa, un espacio que ha sido restaurado para ofrecer calidez, elegancia y un contacto directo con la naturaleza. En verano, el servicio se traslada al dehors de piedra, enmarcado por glicinas aromáticas y árboles centenarios: un escenario idílico donde la experiencia sensorial se amplifica.
Enrico Romualdi, al frente de la cocina, ha trazado un menú que respira identidad toscana. Cada plato que sale de su cocina es una declaración de autenticidad: productos locales, estacionalidad estricta y una técnica que no abruma, sino que acompaña al ingrediente. El resultado es una cocina clara, armónica y profundamente conectada con la tierra que la inspira.

Entre sus creaciones destacamos: Tartare de carne maremmana a los aromas silvestres; Risotto de carciofi, piñones tostados y finanziera; Maccheroncini de ragù blanco de pato; Faraona en doble cocción con verduras en agrodolce; Panceta crujiente sobre salsa de Badia a Corte.
También hay espacio para platos de mar, dependiendo del pescado del día, y opciones vegetarianas que celebran los sabores del huerto, como la Toscana campesina ha hecho durante siglos.
La Osteria ofrece un menú à la carte adaptable al desayuno, almuerzo y cena, además de dos propuestas degustación: «Il Glicine» y «I Tigli», diseñadas para llevar al comensal por un viaje completo de sabor. El vino, por supuesto, es protagonista, con maridajes que incluyen etiquetas propias de la tenuta: desde el galardonado Molino degli Innocenti hasta el preciado Vin Santo Occhio di Pernice.
Vermouth Torre a Cona: el alma aromática de una receta centenaria
Una joya líquida nacida de los archivos familiares

Entre los productos más singulares de la tenuta, destaca el Vermouth Torre a Cona. Niccolò Rossi di Montelera, con la colaboración del renombrado enólogo Piero Cane, ha hecho posible esta exquisita recuperación de una receta histórica de 1920, que encontraron en los archivos personales de la familia Rossi di Montelera.
El resultado es un vermouth sofisticado, profundo y auténtico. Este vermouth rinde homenaje a las antiguas tradiciones familiares con un carácter contemporáneo y refinado.
La receta integra 33 botánicas seleccionadas y tratadas con métodos específicos de extracción según su perfil. Para la base, han elegido el Sangiovese en pureza de los mejores viñedos de Torre a Cona, lo que aporta una estructura firme, frescura y elegancia inusuales para este tipo de bebida.
El vermouth se deja afinar durante meses tras el embotellado, lo que contribuye a su complejidad aromática y a su redondez en boca.
Mucho más que un restaurante: hospitalidad integral en Torre a Cona
Dormir entre historia y diseño

El alma de Torre a Cona vive más allá de la mesa. En la villa del siglo XVIII, la Contessa Rossi di Montelera decora personalmente treinta habitaciones, clasificadas como Classic, Superior y Lavish. Cada estancia mantiene los elementos arquitectónicos originales y los realza con mobiliario italiano, colores suaves y textiles nobles.
Por su parte, las dependencias exteriores albergan diez habitaciones adicionales, también restauradas con un equilibrio exquisito entre tradición y confort contemporáneo. Una característica distintiva transforma los baños, que dejan de ser funcionales y se convierten en espacios de bienestar con acabados artesanales y diseño refinado.
Una Toscana verdadera, elevada y vivida
La Osteria de Torre a Cona no es solo un restaurante. Es la expresión más reciente, y tal vez la más deliciosa, de un proyecto más amplio que une vino, arte, hospitalidad y memoria. Bajo la mano sabia de Enrico Romualdi, la cocina se convierte en una forma de narrar el alma del lugar: una Toscana que no necesita artificios porque ya es bella, auténtica y generosa.

Venir a Torre a Cona es descubrir una Toscana profunda, una elegancia sin tiempo, hecha de sabores sinceros, paisajes inmensos y detalles cuidados con amor. Es sentarse a la mesa y sentir que cada plato, cada copa, cada rincón, tiene algo que contar. Descubre más aquí.
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